jueves, 29 de agosto de 2013

Una ninfa de sueño profundo

Era el sueño de una noche de verano, el elixir de la brisa atravesaba el marco de mi ventana y la luz de la luna bañaba su pelo convirtiéndolo en un manantial de plata. El sueño de La Leona, que descansa triunfante tras alimentar de ilusión a su manada. Sus piernas, jugando a ser infinitas de la mano del deseo que provocan yacían en una postura aprendida de Afrodita, sobre el lecho que prometió no amortajarlas a cambio de que lo visite cuando le apetezca darme vida. Porque sin ella mis sábanas sufren de insomnio a pesar de pasar veinticuatro horas periódicas siete días a la semana reposando sobre el mullido colchón que coloqué bajo la ventana para que las estrellas te vean soñar. Más no las culpo, ¿qué ser inerte o animado puede conciliar el sueño sin ella tras haber probado el encanto de amanecer a su vera?. Su espalda desnuda dibuja la silueta del deseo en la pizarra de lo prohibido, cual columna romana erguida a conciencia para soportar el templo de su belleza. Sigue durmiendo apacibley sueña, pero con los pies en el paraíso, engalonada con una pulsera de cascabeles que reposa con la dicha de poder abrazar su tobillo a todas horas, colocada de manera magistral con una única misión; despertarla y devolverla a la realidad si sufre pesadillas y se agita más de la cuenta, pues ella pisa firme allá dónde va y no permite que ningún contratiempo ni mal sueño le roben su sonrisa. Al verla me hago promesas de deseos, y el que más tintinea en mi corazón reza que mi ansía es que en la siguiente vida y en las venideras, redescubriendo su figura bajo la luna en una noche de miércoles pretérita, su silueta me ruegue que la quiera y la cuide. Que entre caricias esdrújulas pierda el norte, aplastando de un pisotón mi brújula y dejarme guiar por su canto con una venda en los ojos, ya que no la necesito, mi norte está donde guarda sus agujas. El por qué de la venda lo entiende, ya que sabe de sobra que los sentimientos se entretienen jugando al escondite en islas a punto de hundirse. ¿Y su rostro? No olvido describirlo, podría pasar eones alabando sus poros, pero esa imagen es lo más legítimo que conservo de ella, y su fisonomía y carácter es algo que conocemos de sobra mi corazón, los nocturnos de Chopìn y un servidor.